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Articles sobre literatura escrits pels amics de la llibreria Món de Llibres.

Borges, in love.

FAUSTO | 22 Setembre, 2011 07:00

El que abraza a una mujer es Adán. La mujer es Eva.
Todo sucede por primera vez.
                               J.L.Borges. La Dicha.

"Hann tekr sverthit Gram ok leggr í methal theiera bert" (Tomó la espada Gram y la colocó entre ellos desenvainada). Estela funeraria de Borges, cementerio Plan de palais, Ginebra.

Es el amor. Tendré que ocultarme o huir.

Bioy se transformó en un ubicuo Boswell para elevar a Borges a la categoría del admirado y legendario Doctor Johnson. A lo largo de cientos de páginas de su libro póstumo Borges, una curiosa letanía se repite, come en casa Borges.

El ordenado día del diletante Bioy : un par de versos improvisados mientras se afeita, un partido de tenis, una comida ligera, una amiga para pasar la tarde discretamente, la ceremonia del cine, y a la vuelta, come en casa Borges, que suena a viene Borges a jugar a inventar historias. Silvina Ocampo, mientras tanto, los escuchaba reír durante horas mientras escribía historias terribles en las que un niño puede ejercer de delicado demonio o de inocente juguete de un destino ciego y terriblemente irónico.

Siempre vi a Borges como a un escritor romántico, como a un hombre inocente que busca el amor eterno, el de dos compañeros predispuestos a estar juntos desde el inicio de los tiempos. Los lugares comunes de su obra son El Aleph que permite distraerse de una ausencia incapaz de ser nombrada con todas las palabras del mundo o con ninguna. Borges tiene una incapacidad innata para manipular, para seducir, para simplemente saborear un pezón o una lengua; enamorado como un adolescente a los cincuenta años de Estela Cantó, le propone matrimonio, a lo que ella le da una respuesta mítica:

“Lo haría con mucho gusto, Georgie, pero no olvides que soy una discípula de Bernard Shaw. No podemos casarnos si antes no nos acostamos”

Borges, asustado, desaparece por un tiempo. Bioy se ríe, tal vez comente irónicamente la conducta de su amigo con alguna compañera ocasional, pero exquisita. “¡No es Estela!”-piensa Borges- “El amor de mi vida no puede ser Estela”. Y sin embargo, por ella comienza a frecuentar a un psiquiatra que le ayuda a perder la timidez y a superar la tartamudez que lo agobiaba con las mujeres, justamente a él, que sabía tantos versos. Así surge el Borges conferenciante, y el Borges de las respuestas ingeniosas, que inventa un subgénero del periodismo argentino.

Había veces que Borges no venía a comer. Se estaba volviendo viejo. Su madre tenía más de noventa años pero no se moría, una costumbre en las mujeres de su familia, que se despedían pidiendo perdón por la demora, estaba aislado del mundo, rodeado por bondadosas señoras un poco idiotas y tremendamente reaccionarias. Necesitaba asegurarse alguien que cuidara de él en los últimos años y eligió a una estricta señora con la que se casó y con la que tuvo que tragar el horror de ser reprimido. ¡No más comidas en lo de Bioy! De ella se escapó como lo hizo su admirado Huck Finn de la viuda Douglas, y como también lo habían hecho sus ancestros unitarios en épicas y arriesgadas huidas a Montevideo, el único lugar civilizado donde poder divorciarse.

Superado este escollo Borges vuelve cada noche a cenar a lo de Bioy.
Hasta que por fin, y después de tantos años de angustiante espera, encuentra que todos los caminos emprendidos o eludidos en su vida, convergen en una mujer de leve aspecto japonés, llamada María Kodama, y entonces, con la firmeza con que hubiera deseado blandir una espada, se relaja y se aferra a la mano de ella mientras suben al cielo en un globo. Y escribe el cuento Ulrica, una juvenil (¡tenía 76 años!) prenda de amor a la Kodama (Ulrica/Brynhild) de Borges (Javier Otárola/Sigurd).

-Brynhild- le dice Otárola/Borges- caminas como si quisieras que entre los dos hubiera una espada en el lecho.

Su último viaje es a Ginebra, una de las patrias abstractas de su juventud, la ciudad de su amigo Abramowicz. “Esta noche me has dicho sin palabras, Abramowicz, que debemos entrar en la muerte como quien entra en una fiesta”. Abandona Argentina como se abandona un cuerpo gastado, neutro; es por fin nadie, es por fin el hombre que muere en los brazos de su amada, el que dicta el epitafio que nomina la estela viking que menta su viaje final, en un barco de fuego, como Arturo, a la disolución pero jamás al olvido.

Todo lo anterior es pura conjetura.

De Borges pudo decirse: Vivió y murió entre gente con la que no se entendía. Como todo el mundo. Particularmente, sus últimos años me hacen pensar eso”, escribe Bioy en Descanso de caminantes.

Todo lo anterior no es pura conjetura.

"De usted es este libro, María Kodama. ¿Será preciso que le diga que esta inscripción comprende los crepúsculos, los ciervos de Nara, la noche que está sola y las populosas mañanas, las islas compartidas, los mares, los desiertos y los jardines, lo que pierde el olvido y lo que la memoria transforma, la alta voz del muecín, la muerte de Hawkwood, los libros y las láminas? Sólo podemos dar lo que ya hemos dado. Sólo podemos dar lo que ya es del otro. En este libro están las cosas que siempre fueron suyas”, escribe Borges, en Los Conjurados.

“Ya no había una espada entre los dos”, escribe Borges, enamorado.  

Gabriel Bertotti

Comentaris

  1. CHISPITA
    borges yel amor

    Gaby Hoy aprendi que el amor es compartir el mundo con el otro (genio)

    CHISPITA | 22/09/2011, 16:45
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